
Esta es mi primera entrada en el blog, y quisiera dedicartela a tí.
Gracias.
Gracias por los momentos de ayer, gracias por tu comprensión , generosidad y amistad. Gracias.
Ha habido y habrá muchos Via-Crucis del Señor, pero el de ayer será imposible de olvidar y no precisamente por estar marcado por la jornada de lluvia.
Es duro año tras año ver como pasa el tiempo y no puedo acompañar y sentir de cerca al Señor de las Penas cada Domingo de Ramos. Os envidio sanamente hermanos. Sentid que sois unos privilegiados por ello. El año que viene haré 4 años intentándolo. No obstante no me puedo quejar. De momento voy con su Bendita Madre de Esperanza, y para mí es un privilegio.
Pero aunque no pueda llevar al Señor, hay muchos momentos al año donde poder acompañarlo y ahí es donde Él consuela
"mis Penas" .
Más allá de una marcha, más allá del Bailío, mas allá de la oscuridad de San Zoilo, por suerte, me quedan días para disfrutar del Señor.
Quinario, Besapiés y Vía - Crucis son 7 días que aparecen marcados con una cruz en el calendario de mi vida. Una semana de Pasión que precede a nuestra Semana Mayor. El resto del año...vivo con la
" Esperanza" de salir con Él algún día.
El Vía - Crucis del Señor es algo que me apasiona por la solemnidad y el ratito de oración tan íntimo que tenemos junto a Él.
Ayer además fue especial.
Casi expiraba ya el Vía -Crucis cuando sentía que me quedaba sin llevarlo. Se agotaba el tiempo.
Corría la Decimotercera Estación cuando junto a un grupo de hermanos, pude agarrar la manigueta del centro de la parte trasera.
Me agarré.Me agarré a la madera como si estuviera abrazado a su Cruz. Ahí aparecistes tú, Rafa. Llevando el Señor a mi derecha.
" Dame la manita, Alberto", me dijistes en voz baja. Agarré tu mano como aquel que agarra un tesoro. como aquel quien en compañía del Señor, te coge de la mano para compartir contigo lo que sientes. Como la de aquel que habiendote tendido toda su ayuda, te tiende ahora su corazón y cariño para vivir esos emotivos momentos juntos.
En la oscuridad de San Andrés, con el rachear de nuestros pies, la nube de incienso, y la melancólica y triste melodía, comenzamos a girar hacia el Altar Mayor en una mecida de Amor interminable hacia el Señor y seguimos girando hasta ponerlo mirando hacia el Santísimo.
Comenzaba la Decimocuarta Estación y con ella, volvímos a rezar juntos.
" Más poco a poco, Alberto" me volvistes a decir mientras mandaban ya " paso atrás" para colocar al Señor entre los bancos y concluir el Vía- Crucis.
A continuación, comenzamos a bajar al Señor lentamente, como si de una levantá a pulso se tratara. Como si se parara el tiempo en aquel momento y pareciera que no lo ibamos a bajar nunca. Dandole cariño centímetro a centímetro mientras descendía con ternura entre el calor de sus hijos.
Sentía que se acababa, sentía que despertaba de mi sueño. Sabía que tendré que esperar un largo y duro año entero más para poder portar al Señor, aunque sólo sea sobre mi hombro.
Y es que, con poco soy Felíz.
Ayer fue un día especial y hoy necesito darte las gracias por hacerme vivir los momentos tan especiales que viví y compartirlos a tu lado. Una vez posada la parihuela, la besé como si besara su pie y me fundí contigo en un abrazo. El resto ya lo sabes.
Sólo le pido al Señor de las Penas, que el año que pueda entrar en la cuadrilla, todavía sigas ahí debajo. Entonces, en Santa Marina, y al compás de
" La Saeta" te diré:
"dame la manita, Rafa". Vivamos juntos el sueño de llevar al Señor cada Domingo de Ramos a su casa y a su Barrio.
Muchas gracias de corazón.
Un abrazo para tí y para toda la gente de Manué.
Nos vemos mañana por San Andrés.
José Alberto Castro